Autor: Dr. Ioannis Gryparis, Director Médico del Sur de Europa, NOW-fertility
Las evaluaciones precisas de la fecundidad actual y futura son cruciales para planificar y prepararse para los desafíos sociales, económicos, ambientales y geopolíticos que vienen con los cambios en las estructuras de edad de la población.
Como se informó en The Lancet este mes, el Estudio de la Carga Global de Enfermedades, Lesiones y Factores de Riesgo (GBD, por sus siglas en inglés) 2021 proporciona evaluaciones demográficas integrales de los indicadores de fertilidad desde 1950 hasta 2021 a nivel mundial, regional y nacional. Durante este período, la tasa total de fecundidad (TGF) mundial disminuyó en más de la mitad, de 4,84 a 2,23. Los datos demográficos de los 5 años anteriores a 2021 demuestran que la tasa total de fecundidad en algunos países ha caído por debajo de los niveles de reemplazo —la tasa mínima necesaria para el reemplazo generacional de la población, suponiendo que no haya migración— y no hay evidencia de este repunte previsto. En general, se acepta que el nivel de sustitución es una TFR de al menos 2,1.
Las tasas de fecundidad disminuyeron en todos los países y territorios, pero en 94 países y territorios en 2021, la tasa de fecundidad se mantuvo por encima del nivel de fecundidad de reemplazo de 2,1. África subsahariana tuvo la mayor proporción de nacidos vivos en 2021, y se prevé que esta región experimente un aumento en la proporción de nacidos vivos en todo el mundo para 2100. Se pronostica que las tasas de fertilidad continuarán disminuyendo en todo el mundo, y que el número de países con tasas superiores al reemplazo se reduzca a solo seis para 2100. El cumplimiento de las metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas y la implementación de políticas pronatales pueden dar lugar a tasas de fertilidad ligeramente más altas, pero en general, se espera que las tasas de fertilidad sigan siendo bajas.
Las sociedades pasarán de una condición de alta fecundidad y alta mortalidad, con más jóvenes que ancianos, a un estado de baja fecundidad y baja mortalidad, con una población cada vez más envejecida. Estos cambios tendrán importantes consecuencias económicas y sociales, como el envejecimiento de la población y la disminución de la mano de obra en los países de ingresos más altos, así como el aumento de la proporción de nacidos vivos en las regiones más pobres del mundo.
